Una noche, muy tarde, pasada la una de la madrugada, tomé prestado el coche de mi madre para recoger a Jean. Vivo en un pequeño estudio no muy lejos del apartamento de mi madre.Todo va bien, Jean me espera en el lugar previsto para nuestro encuentro, cerca de su casa. Llegamos a casa sanos y salvos. Se calma y empezamos a hacer el amor.Es decir, besarse, chupársela, hacer un 69 épico tocándose todo el cuerpo. Por supuesto, las ganas afloran, y en simbiosis nos preparamos para disfrutar juntos, dispuestos cada uno a tragarse la semilla del otro.Dejé la luz encendida para que pudiéramos apreciar las formas del cuerpo del otro. Esto nos emociona aún más. Mi cama está colocada justo debajo de la ventana, qué digo la claraboya que da al exterior. Estoy en la planta baja y la cama está encajada para que no se vea desde afuera.Realmente ponemos el pie en este 69 que moviliza todo nuestro cuerpo.Nuestras pieles se tocan en un baile donde la piel del otro nos pertenece. Gemimos de placer en este agarre que provoca la transpiración, y nos deleitamos al ver nuestro sudor ya mezclado.Entonces es cuando nuestros cuerpos se juntan de nuevo, y en el mismo instante, juntos, perfectamente sincrónicos, estallamos en una gran explosión y nuestros jugos se derraman con mucha fuerza a trancas en la boca del otro.Tomamos todo el jugo y lo tragamos disfrutando del sabor salado de la semilla del otro.Terminamos con un gran beso, nos besamos apasionadamente, mezclando bien nuestras lenguas para repartir lo que queda de esperma en nuestras bocas. Y así nos quedamos unos contra otros en un medio sueño, saciados.De repente hay un golpe en la ventana de mi estudio. En un reflejo, apago la luz. Es mi madre. Deben ser las tres. Ella solo me dice que nunca vuelva ...

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