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en el taxi

Publié par : metrenu75 le 03/09/2023

Aquí soy trasladado del mundo donde me apoyaban, donde me cuidaban a un mundo nuevo que tuve que construir y en el que me sentía pequeña e ignorante, que es lo que era en realidad... Allí, yo Tengo 18 años, aprobé mi bachillerato que obtuve sin gran éxito en el examen de recuperación. La falta de trabajo y motivación me animó a lanzarme a la vida laboral. Pero en aquel momento fue necesario servir 12 meses en el ejército, lo cual hice en un campo semidisciplinario. También fue durante este período que tuve una experiencia que tendría un impacto real en mi futura vida sexual. Seguramente será tema de otra historia ya que tuvo tanto impacto en mí... Pero aquí estoy, fuera del servicio militar, con el bachillerato en la mano, en busca de mí mismo. En aquella época era relativamente fácil encontrar trabajo, incluso sin un título. Además, realicé pequeños trabajos secundarios, como repartidor de pizzas en un ciclomotor, camarero en un restaurante de comida rápida o incluso mozo nocturno en muelles de carga de camiones. En la región parisina había mucho que hacer. Pero quería estabilizarme e hice una formación como taxista parisino. Me encanta conducir y conocer gente siendo libre. Aquí estoy con mi diploma, en mi taxi donde decido trabajar de noche, me gustó el ritmo y sentí menos estrés. Fue en esta configuración que realmente descubrí una faceta de la naturaleza humana que me despertó en la sexualidad. Tuve la oportunidad de tener experiencias, la mayoría de las cuales no capté, algunos dirían por timidez, otros por estupidez, yo diría una mezcla de ambas. Muy a menudo llevaba a trabajadoras sexuales al Bois de Boulogne y muchas veces me pedían que me pagaran en "especie". Eran hombres y yo siempre me negué. Hasta el día que conocí a una pareja... Eran tan jóvenes como yo, había tenido un buen día y estaba de buen humor. Se subieron a mi coche después de la velada. Era la madrugada cuando empezaba a asomar la luz de finales de junio. Eran mis últimos clientes y los llevaba a las afueras. Estaba feliz porque me acercaron a mi casa. Estaban muy cerca el uno del otro, tal vez incluso demasiado cerca, porque se besaban mucho. Escuché pequeños suspiros de la joven, y mirando por mi espejo retrovisor vi el origen de sus gemidos. La mano del joven había cruzado una barrera bajo la falda extra corta de la chica. En lugar de ofenderme y calmar su ardor, me encontré excitado y sentí que mi pene se endurecía. Mi mirada se dirigía cada vez con más frecuencia hacia el espejo retrovisor que había ajustado discretamente, fue entonces cuando noté que me cruzaba regularmente con el del joven. No sabía qué pensar. Tuve que moverme un poco, el cinturón de seguridad impedía que mi pene estuviera cómodo. Fue entonces cuando admiré a la joven, Con los ojos cerrados, la cabeza hacia atrás y la boca entreabierta, sentí una mano abrirme delicadamente la bragueta. Para no estropear ese momento, no sólo no me resistí, sino que detuve silenciosamente mi coche al borde del bosque que atravesábamos en una especie de aparcamiento improvisado. Una vez detenido y luego de haber liberado mi pene que al final solo pedía eso, tomó mi mano y la colocó en la parte superior de los muslos de la joven, invitándome a explorar más su anatomía. Muy torpemente comencé a acariciarla pero no estando muy cómodo en esta posición, me sugirió que saliera del auto y abriera el baúl. Me alegré de tener un descanso porque la joven pudo sentarse en el maletero mientras estábamos afuera. Me invitó a arrodillarme frente a las piernas ligeramente separadas de la joven y a acariciarla como quisiera. No tuve que preguntar. No me di cuenta de que entonces se había bajado los pantalones y la braguita, su pene liberado apuntaba hacia arriba... No era de un tamaño excepcional, muy fino pero soberbio. Luego se deslizó en el baúl junto a la chica y, en una posición improbable, logró introducir su polla en su boca. Yo aproveché por mi parte, jugando con mi lengua en los labios íntimos de mi pareja de una noche después de haberle quitado el tanga. Sus pequeñas caricias me empujaron a continuar. Mientras le hacía cosquillas en el clítoris y empujaba mi lengua más profundamente, ella tomó mi cabeza entre sus manos y me movió por su cuerpo hasta que mi boca se encontró con la suya. A esto le siguen besos lánguidos, mi pequeño ...

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