Segunda parte - ¡ Obviamente le falta un poco de volumen! ¡pero mira que cachonda está! y tiró de mis pezones hacia adelante.Soltando su agarre, me dio una gran palmada en la espalda baja que me hizo lanzarme hacia adelante. Apenas me contuve, con los brazos extendidos, lo que puso mi trasero a disposición de sus manos. Sintió mi trasero como si fuera una potra y me pegó una andanada de golpes en cada nalga como si quisiera separarlos.Caí de rodillas.- Será mejor que los mantenga abiertos y ofrecidos. Yo también mi esposa no quiere saber nada más. Te follaré mientras me quede algo de semen. ¿Vas a ser nuestra dulce putita? eh, dime! - ¡Respuesta! Gritó, dándome un gran flotador justo en la línea, su dedo medio abriendo mi ano.Empecé a tener miedo de nuevo. Me hubiera gustado irme. Y fantasear suavemente empujando fuera de mi camino un falo apestoso o un sátiro elegante ... El sátiro, yo tenía detrás de mí, el falo, al frente.- ¡Sí, sí, haré lo que quieras!- Eso está bien, ¡adelante, empieza con Sylvio!El tono se había suavizado, caminé hacia el altar del sacrificio, feliz de que se estén apegando al apetito sexual de mi cuerpo. Me rasqué las rodillas con unas ramitas de zarzas, pero me las arreglé para protegerme las manos. Llegué a los pies de Sylvio, me senté derecho y agarré el codiciado objeto con ambas manos como lo haría con un ídolo. Lo llevé a mis labios y lo encontré con mi lengua. Mientras tanto, el pene bermellón se había hinchado, especialmente el glande, lo que me hizo pensar en una cabeza de cepillado, mis lamidos y la succión de mis labios hacían que la sangre corriera, la cabeza se endurecía y la varilla se detuvo. Tuve que levantarme para poder chuparlo y mimarlo. Olvidé la restricción y me concentré en el placer de tener una buena polla en la boca. Había chupado demasiadas pollas sin temperamento para enfurruñar mi placer.El portador del tótem pareció apreciarlo también. Su cola, dura como la madera, temblaba con espasmos incontrolados. No lo solté, convencido de que estaba en el camino correcto, y lo hice bien. Sylvio sostuvo mi cabeza firmemente por encima de su sexo y escupió chorros de semen por mi garganta. Aunque lo tragué sin ladrar, mi boca estaba llena de eso, él se echó hacia atrás y terminó de vaciarse con su mano por todo mi rostro. ¡Para un bautismo, fue un hermoso bautismo! Sylvio gimió y no pudo evitar gritar: - ¡Ah, pues mi puta, puedes hacerlo!Estaba feliz de haberlo satisfecho y aún más feliz de haberlos pu ...
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Sí, tengo mas de 18 anos ! No, soy menor de edad