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Lo inesperado en el momento justo

Publié par : notabou74 le 18/09/2024

Ya hacía bastante tiempo que me hacía esta pregunta... ¿ Realmente me atraía esa noche esa imagen insistente, incrustada en mi mente a mi pesar, de una polla estirada hasta el punto de estallar, con un glande escarlata reluciente de placer, listo para ¿Squirt su semilla en chorros entrecortados y potentes? Poco después de este pensamiento, que me pareció estúpido, me encontré al volante de mi coche en un aparcamiento desierto, aparentemente perdido en medio del bosque. Contemplando la inmensidad del verdor a mi alrededor, no lo vi llegar. Se reclinó, confiado, en mi puerta y lentamente deslizó la cremallera de sus bermudas. Sentí que mi glotis se movía hacia adelante y hacia atrás porque estaba asustada y emocionada por lo que iba a suceder. Pasando la mano por la abertura de la tela, el hombre, cuyo rostro aún no podía ver, sacó un pene aún blando que dejó colgar a lo largo de su muslo. De repente quedé fascinado por este hermoso cebo de carne que parecía estar esperando mi atención. Luego bajé la ventanilla de mi vehículo y una vez bajada extendí mi mano un poco febrilmente hacia este hermoso par de bolas que parecían estar muy llenas y las pesaban. Mi sensación me confirmó que allí estaba estancada una cantidad impresionante de yute, esperando ser liberado. Tomé el eje del pene con ambas manos y comencé a ejercer una presión suave pero firme sobre él. El hombre no estaba circuncidado y su prepucio ocultaba el meato urinario, de donde habría apostado que ya se filtraba una pequeña gota. Sentí que el órgano se llenaba de sangre y adquiría una textura muy firme. Luego deslicé la mano con largos movimientos de ida y vuelta, subiendo hasta el glande, cuya parte superior tuve cuidado de cubrir, evitando el prepucio que levanté con una lentitud bien calculada. Luego mi pulgar hizo cosquillas en el freno y escuché al hombre susurrar lo que me parecieron órdenes. Entonces abrí la puerta y me encontré cara a cara con una varilla gruesa y palpitante y el glande que se había vuelto casi violáceo a medida que la tensión era palpable. Una mano luego se posó con firmeza y confianza sobre mi cuello y guió mis labios hacia este trozo de carne. Tuve que abrir mucho la boca para tragar este glande ofrecido y ya mi lengua se mostró envolvente y ...

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