Durante mi infancia y adolescencia en los años 60 y 70, fue difícil aceptar tu homosexualidad, especialmente en el campo. Siempre me han atraído mis amigos y, a veces, sus hermanos o su padre. Al principio no entendí mis atracciones porque se sentían atraídas por las chicas, y yo también fingí estarlo. Con mi mejor amigo hablamos de nuestros deseos, me habló de las chicas que le hacían querer, y yo le di el cambio inventando deseos ... Nos fuimos de vacaciones varias veces juntos, durmiendo en la misma tienda o en la misma habitación, a veces en la misma cama, pero nunca pasó nada. Nos duchábamos en los deportes, nos desnudábamos uno frente al otro al ir a la cama y nos poníamos un pijama o una camiseta. No quería contarle mis deseos, pero mi timidez y el miedo a su reacción me hicieron querer confiar. Así que me contenté con la masturbación en la ducha o en el baño.Pasaron los años, se casó, tuvo dos hijos. El trabajo significó que sin perdernos de vista, nos encontráramos con menos frecuencia. Pero nuestra amistad nunca se deterioró y siempre estuvimos muy felices de conocernos.Permanecí soltera, y mi vida sexual se componía inicialmente de encuentros furtivos en lugares no siempre muy brillantes. Además, recibí a decenas de hombres en casa, casados, solteros, algunos gays, otros bisexuales, otros que pretendían ser heterosexuales, pero venían a tomar placeres que supuestamente Madame se negaba a darles. En definitiva, la vida del gay que se esconde todos los días. Y luego, un día, mi amigo me llama para informarme de una triste noticia, la muerte de un amigo en común, en el otro extremo de Francia. Ambos decidimos ir al funeral, lo llevo a su casa, alquilo una habitación de hotel (con cama de matrimonio, nunca se sabe ...) y nos vamos.En el coche hablamos mucho tiempo de nuestro amigo en común, luego hablamos de cosas y otras, a veces trivialidades. Durante una parada para hacer pipí en el campo, veo que se pone a mi lado para esta necesidad fisiológica, que me conviene porque quería volver a ver su pene por unos segundos. Lo que me atrae es que atrapo su mirada en la mía, una mirada enjuta que no se aparta, y me alegro mostrándola en el mejor de los casos. Allí noto que el suyo se está recuperando un poco, pero es hora de guardar el equipo y volver a la carretera.Por la noche en el hotel, después de una cena ligeramente regada, nos preparamos para ir a la cama, y allí le miento diciéndole que me había olvidado la ropa de dormir y que iba a tener que dormir desnuda. Y ahí me dijo que no le mol ...
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Sí, tengo mas de 18 anos ! No, soy menor de edad