Aquí estoy de nuevo frente al teclado para contarles más confidencias. Debo admitir que después de mi primera experiencia con un hombre que, además, deseaba tanto, me enfrenté a un sentimiento que nunca antes había conocido. Me debatía entre un sentimiento de vergüenza y al mismo tiempo sentía muy dentro de mí una forma de satisfacción, de plenitud tras esta aventura.No sabía aún si volvería a empezar o si era un breve paréntesis que cerraría muy rápido. Así que retomé mis hábitos de hombre casado que de vez en cuando se permite algunas travesuras. Recuerdo que en esa época yo tenía una amante un poco más joven que yo que tenía un apetito feroz por el sexo. Cuando nos encontramos fuimos arrastrados por un torbellino carnal que parecía no tener límite.No era particularmente hermosa pero tenía un encanto innegable. La naturaleza le había dado un je ne sais quoi que mantiene al hombre en vilo. Cabello rojo castaño medio largo pero tan suave de acariciar que me imaginé sintiendo un pañuelo de seda deslizarse entre mis dedos, ojos de un verde casi transparente que me miraban con franqueza mientras un volcán se escondía bajo esta inocencia exhibida, una boca dibujada por colores y labios carnosos que no requerían maquillaje, se separaban en una hilera de perlas blancas que acentuaban una sonrisa carnívora. Sus firmes senos en forma de pera no eran ni demasiado grandes ni demasiado pequeños, pero aún estaban erectos con pezones que se erizaban tan pronto como mi mano los tocaba. La mayoría de las veces nos reuníamos en el hotel para un paréntesis diurno o nocturno dependiendo de mis viajes. La besé con ternura mientras le desabrochaba el corpiño y sus pechos inmediatamente saltaron a mi cara, no pude evitar tomar sus pezones entre mis labios y hacerles cosquillas con la punta de la lengua. Supe, dados los suaves gemidos que ella hizo, que le dio el comienzo del placer que habíamos venido a buscar. Cuando yo quería seguir desnudándola, la mayoría de las veces, ella detenía mis manos y tomaba la iniciativa de desvestirme una vez desnudo, me empujaba sobre la cama y realizaba, para mi placer, un strip tease puntuando este despojo de movimientos lascivos que solo electrificaban. mis sentidos. Enviándome su mejor sonrisa me dijo que aún tenía que esperar antes de obtener satisfacción y que me iba a dar un masaje. Que agradable tortura sentir el tibio aceite recorriendo mi columna vertebral y sus manos acariciandome mas que masajeandome desde las nalgas, insinuándose levemente en el surco acariciando mi ano al pasar lo que me hacia temblar incontrolablemente, hasta los hombros, enfatizando la parte baja de mi espalda. Después de masajear también mis pies y piernas. Sin hablar me hizo entender con una ligera presión que tenía que darme la vuelta. Sabía el resto y estaba deseando que llegara. Una vez acostado de espaldas me entregué por completo a su voluntad. Me invadió una suave somnolencia y cerré los ojos sintiéndome con una sensibilidad acentuada por el suave roce de sus manos y la excitación cerebral que trataba, con gran dificultad, de controlar. Sus manos recorrieron mis muslos y vientre, evitando cuidadosamente mi sexo turgente. Sus cálidos labios ...
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Sí, tengo mas de 18 anos ! No, soy menor de edad