Despertarme fue difícil, entre la borrachera de la noche anterior y la lucha por conciliar el sueño, aún despierto por recordar la mamada que me hizo mi hijastra. Como dormí desnudo, me puse una camiseta y un chándal, así que fui el último en bajar a desayunar. Claire, mi novia por aquel entonces, casi había terminado, y Tom se estaba poniendo las zapatillas, listo para salir a correr. Nos dijo que se iba en más de una hora, que quería entrenar la resistencia.Emma estaba sentada frente a su café, con una especie de chaqueta estilo kimono y pantalones cortos de satén rosa pálido. Su chaqueta dejaba ver un escote precioso, lo cual no me importó en absoluto. Tom dio un portazo y Claire me dijo que iba a subir a arreglarse y que iba a acaparar el baño un rato porque quería lavarse el pelo. Le dije que podía tomarse todo el tiempo que necesitara y que yo recogería la mesa. Terminé mi café rápidamente y empecé a llenar el lavavajillas con la ayuda de Emma. Su chaqueta se abría cada vez más, y no pude evitar contemplar la magnífica vista. Se agachó con cuidado para meter las tazas en el lavavajillas, dejando al descubierto sus pantalones cortos, lo que le daba un aspecto bonito y redondo. Le susurré que la vista de esa mañana era preciosa, y ella sonrió y respondió en voz baja: "¡Te excita, ¿verdad?". A juzgar por el bulto que se formaba en mis pantalones de chándal, no se equivocaba. Oí correr la ducha, señal de que tenía vía libre para seguir adelante. La tomé por la cintura y la atraje hacia mí, dándole un beso apasionado con sabor a café y deseo en la boca. Me dejó, metió la mano dentro de mi chándal y empezó a acariciarme, luego me dijo que le gustaría sentirlo dentro de ella. No dudé ni un segundo antes de llevarla al sofá; su kimono se abrió mágicamente para revelar sus pechos firmes y generosos. Apenas tuve tiempo de acariciarla cuando ya estaba a cuatro patas en el sofá. Le quité los pantalones cortos y vi su vulva suave. Introduje la mano entre sus muslos para separarle ligeramente las piernas y luego subí los dedos hacia su coño ya muy húmedo. Oí que el agua dejaba de correr; mi corazón latía cada vez más fuerte por el miedo a ser pillado en esa posición. Sin hacer ruido, encendí la televisión para poner vídeos musicales que ahogaran sus gemidos y la vi mordiéndose el labio para contenerse. Oí encenderse el secador de pelo; me rogó que la penetrara de inmediato, y no necesité más persuasión para liberar mi pene erecto. Le dije que sería intenso, sin protección, ya que no tenía condón. Coloqué mi glande sobre sus labios húmedos y empujé suavemente. Ella empujó sus caderas hacia adelante, y mi ...
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Sí, tengo mas de 18 anos ! No, soy menor de edad

