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Vacaciones en side car en Marruecos 8

Publié par : pierre49590 le 18/10/2024
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Agradezco sinceramente a mis leales lectores por sus entusiastas notas. No creo que tenga un ego desmesurado, pero lamento que a cierto lector le guste ponerme un 0 sistemáticamente. Puedo entender que mis historias no entusiasman a todos. Entiendo un 4 o un 3, o incluso un dos... pero ¿por qué poner una puntuación debajo a una historia que nadie te obliga a leer? Bienes para ti. Llegamos unos minutos más tarde a casa de Daoud. El rugido característico del sidecar resonó en el douar cuando nos detuvimos frente a su casa. El contraataque rompió la calma habitual de este pequeño aduar. De repente, la puerta azul se abrió de golpe, revelando a Younes. El joven apareció atraído por el sonido de la moto que había reconocido. Su aspecto era llamativo, como si encarnara la juventud y la vitalidad de Marruecos. Era realmente extraordinariamente hermoso y recordaba las antiguas esculturas de jóvenes dioses griegos. Sus rasgos finos y armoniosos, resaltados por su piel bronceada por el sol del sur, enmarcaban sus profundos ojos castaños, brillando de curiosidad e inteligencia. Una cabellera negra y rizada enmarcaba su expresivo rostro. Bastante alto y esbelto para su edad, se mantenía erguido, con una confianza natural, recordándome a su padre en la ducha esperando mis masajes... Llevaba una sencilla chilaba, cuyo color claro contrastaba con su piel bronceada. Sus manos, ya marcadas por el trabajo, dan testimonio de su temprana implicación en la vida del aduar. Su cálida sonrisa iluminó su hermoso rostro mientras nos saludaba. Caminó hacia nosotros con paso rápido y elegante, claramente feliz por nuestra llegada. Fue a besar a su padre, luego me estrechó ambas manos y comenzó a dar vueltas alrededor de la máquina, admirando y soñando. Su espontaneidad me pareció conmovedora, con miradas sólo hacia mi Ural. La velada estuvo deliciosa, nos reímos mucho juntos y me enseñaron algunos chistes marroquíes fantásticos, cuyo registro lascivo se intensificó a medida que avanzaba la velada. Daoud estaba especialmente en buena forma y hacía reír a sus dos hijos. Me sorprendió comprobar que el pudor que le impedía ver desnudo a su hijo de dieciséis años no le molestaba en absoluto en la evocación de libertinajes que, por mi parte, no habría oído en casa. Y sin embargo, me pasó en la piscina que muchas veces me encontraba desnuda con mi padre en la ducha... - Bueno, me voy. - Karim, lleva a tu amigo a casa. ¡Hasta mañana Pedro! y me lanzó una mirada imperceptible. Nos encontramos solos con Karim. Ya me había subido a mi moto. -¿Tuviste un buen día con mis padres? - Sí, excelente, Karim. - ¿La vuelta fue bien?- Sí, muy bien. Como estaba sola con tu padre, pude conducir más rápido. -Él es real, mi padre, lo adoro. Oye, no le dijiste nada al menos por nosotros dos. - No, no te preocupes, sé guardar un secreto. Y luego, quizá en el fondo no le importe, ¿verdad? Puso cara de duda: - Mmm, eso me sorprendería, mi padre es realmente un mujeriego. -Pero me dijiste que las mujeres no follan fácilmente. Me miró fijamente, por un segundo un brillo de superioridad burlona cruzó por sus ojos, y en mi oído me susurró: - ¡Aquí están las viudas! y se fue riendo. Todavía bastante desconcertado, arranqué, puse la marcha y regresé. Sentí mi ano magullado y la idea de un desgarro anal cruzó por mi mente. Intenté tranquilizarme recordando que no había visto sangre en el suelo de la ducha. Una vez en mi habitación, me di una segunda ducha para lavarme bien. Estaba intentando enjabonar mi base con un dedo cargado de jabón. Entró con mucha más facilidad de lo habitual, pero nuevamente me provocó un dolor leve pero real. Después de enjuagarme, saqué mi espejo de viaje y, en una posición cuanto menos grotesca, comencé a inspeccionar mi ano. Por lo que pude ver, no aparecieron grietas. Por otro lado, mi bulto anal mostró una hinchazón inusual. Descubrí mis nalgas todavía rojas y surcadas de arañazos... Sin embargo, tranquilizado, encendí el ventilador de techo, el quemador de perfume, apagué todas las lámparas y me acosté desnudo, con sólo un ligero pareo sobre el estómago, sabiendo que este tipo de ventilación a menudo causaba diarrea. De espaldas, con la cabeza sostenida con ambas manos, recordé cómo pasaba el día como en una película. ¡Qué aventura! ¡Uf! ¡Qué chico tan guapo ese Daoud! ¡Qué fuerza! ¡Qué firmeza y tono en sus músculos! No pude evitar darme cuenta de que, efectivamente, al final me habían sodomizado, yo que siempre me había negado a ceder ante las exigencias. Entonces ¿por qué hoy? Especialmente porque casi no había sentido placer. Había conocido a tantos chicos que constantemente pedían más, retorciéndose de placer al final de mi polla, ¡a veces incluso corrían sin que yo tocara su pene! Yo, nada...Cerrando los ojos, entre el suave susurro de las aspas y el olor del incensario, intenté analizar este recuerdo y recordar mis sentimientos. Sí, hubo penetración, ...

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